Ruta por la costa vasca: playas y pueblos de Guipúzcoa que enamoran

¡Kaixo! La costa vasca proporciona mil y unas experiencias. El litoral de Guipúzcoa te sorprenderá. ¿Quieres paisajes verdes combinados con pueblos marineros? ¿Acantilados o Flyschs que quitan el hipo? ¿Playas salvajes? ¿Un atardecer mágico en San Sebastián? Este es tu destino.

Hemos diseñado una ruta que recorre toda la costa guipuzcoana, empezando por Mutriku al borde de Vizcaya y acabando en el límite de la frontera con Francia en la espléndida Hondarribia. Más de 60 kms de recorrido con paradas en el Geoparque de la Costa Vasca, en miradores espectaculares hacia el mar Cantábrico y villas como Pasaia que parecen importadas de Suiza. Por no hablar del encanto de San Sebastián como ciudad de referencia a nivel nacional.

¡Arranquemos!

Villa monumental de Mutriku y la playa de Saturrarán

Las tradicionales rutas por la costa guipuzcoana suelen omitir, injustamente, el entorno de Mutriku. Lindando con la provincia de Vizcaya se encuentra este precioso pueblo marinero de estrechas calles de aroma medieval. Encajado en un pequeño cerro, las vías empedradas flanqueadas por casas de colores descienden serpenteantes hasta desembocar en el puerto deportivo. Al pie de éste se encuentra una pequeña playa y unas piscinas naturales que se llenan con la marea alta donde nadar entre pececitos es un lujo.

A 4 kms del casco histórico aunque perteneciente al término municipal hallamos una de las playas más bonitas de nuestra ruta. La playa de Saturrarán, salvaje, está integrada en el Geoparque de la Costa Vasca y permite contemplar a la perfección los flysch, formaciones geológicas resultado de la erosión que han provocado las olas. Desde Saturrarán podemos seguir unas plataformas hasta desembocar en un arenal nudista donde ver los flysch de color negro característicos de esta vertiente del Geoparque.

Deba, donde las playas y el monte se fusionan

Deba merece un pequeño paseo entre sus calles para ver sus plazas y, sobre todo, la iglesia de Santa María. Este Monumento Nacional desde el año 1931, está considerado como una de las joyas del gótico vasco. La austeridad de su fachada llama poco la atención, más allá de sus dimensiones. Pero el tesoro lo encontramos en el interior del templo gracias a las espectaculares bóvedas, el coro y su claustro, el más antiguo de la región (s. XV).

Las playas son otro reclamo constante de Deba. En el propio centro urbano se ubica la amplia y cómoda playa de Santiago. A las afueras nos encontramos la curiosa playa de Lipari, que aparece y desaparece en función de las mareas con una longitud de 350 metros y una anchura no superior a los 50 metros. El entorno de colinas verdes invita a una excursión para divisar el oleaje de las playas y los acantilados a vista de pájaro. El mirador de Mendatagaina es una excelente opción para alcanzar una panorámica de ensueño.

 

Zumaia, el corazón del flysch

La sinuosa carretera en paralelo al litoral que enlaza las localidades de Deba y Zumaia proporciona unas increíbles vistas de los acantilados. En realidad, desde Mutriku hasta Zumaia son 13 kms de recorrido encontramos un paisaje como de otro planeta, con esos enormes flysch de color variable sólo interrumpidos por pequeñas playas. Es muy interesante tomar el barco que comunica Deba y Zumaia en ambos sentidos, para ver de cerca las singularidades y las cavidades de los flyschs mientras un guía te explica la historia de su formación a lo largo de millones de años.

A medida que nos acercamos a Zumaia advertimos que el tono de la piedra se hace más blanco. Muy ostensibles son en la preciosa playa de Itzurun, que sirvió de escenario para grabar ‘Juego de Tronos‘. Es una playa que, aunque incómoda a menudo por las algas, proporciona unas vistas colosales de esos irregulares acantilados que podemos tocar con las manos y que crean unas cavidades donde los niños se lo pasan en grande. En la cornisa del acantilado está la capilla de San Telmo, desde donde parte un pequeña ruta de 15 minutos ideal para una perspectiva aérea.

Getaria, la cuna del Txakolí

No sin pena abandonamos el Geoparque de la Costa Vasca, sin duda, uno de los mejores del mundo. Tranquilos. Otros grandes tesoros del litoral de Guipúzcoa nos esperan con los brazos abiertos. En nuestro avance hacia San Sebastián llegamos a una villa situada entre colinas, tierra de buena comida y mejor bebida. Comer pescado regado con el vino blanco local, el Txakolí, es una obligación en este pueblo marinero que vio nacer a ilustres como el explorador Juan Sebastián Elkano o el modista Cristóbal Balenciaga, quien tiene su propio museo.

El pequeño casco viejo de Getaria está compuesto por un puñado de calles entre las que sobresale la Iglesia de San Salvador (s.XIV – XVIII), integrada en la fortaleza que protegía a la localidad. Sobrevivió como pudo a la guerra franco-española y a la guerra carlista, incendio incluido. Por debajo del templo y a través de un túnel, llamado Katrapona y que cuenta con una cripta que acoge una capilla de La Piedad, desembocamos en el puerto. Imprescindible también es la visita del monte San Antón, una prominencia de tierra hacia el mar conocida como ratón por su característica forma.

Zarautz, la reina de las playas

Apenas 4 kms separan Getaria de Zarautz, un pispás en coche y poco más a pie a través de un delicioso paseo marítimo con encantadoras vistas al mar Cantábrico. Zarautz es conocida por esa enorme playa de 2 kms y medio cuyas olas hacen la delicia de surfistas y bañistas intrépidos. Bueno, también por albergar el restaurante del televisivo Karlos Arguiñano. O por contar con una casona del s. XVI, el Palacio de Narros, que daba la bienvenida cada verano a la reina Isabel II. La aristocracia eligió desde el XIX este destino vacacional y desde entonces tiene esa fama de pija.

La conocida como Reina de las playas, por ser la más larga de toda la costa vasca, es el bien más preciado de Zarautz. Cuenta con las comodidades de su extenso paseo marítimo repleto de columpios y restaurantes. Pero, a la vez, tiene ese toque salvaje que le otorga el ecosistema dunar que la sustenta así como las innumerables gaviotas que surcan los aires. En ambos extremos de la playa hay sendos montes con sus respectivos miradores: Santa Bárbara y el Monte Talaimendi. Tú eliges a cual ascender para tener las mejores vistas del pueblo y la playa.

San Sebastián: qué ver en la gran capital

San Sebastián, o Donosti, requiere de al menos un par de días para descubrir sus rincones fundamentales. Es una ciudad sencillamente espectacular. Los atardeceres en la bahía de La Concha, la terraza del Monte Igueldo, las casas barrocas de la parte vieja, los pintxos extraordinarios que elaboran desde los restaurantes más deslumbrantes hasta las tascas de aparente peor calaña… Una visita necesaria para todo aquel que quiera presumir de conocer lo más granado de España.

Evidentemente hay que saborear lo más significativo de Donosti: el paseo de La Concha y su centenaria barandilla modernista que costó 5.700 pesetas de la época. En el extremo occidental de la playa de Ondarreta irrumpe el Peine de los Vientos, el conjunto escultórico diseñado por Eduardo Chillida que destila magia cuando en días de temporal las olas azotan la costa. Si levantamos la cabeza nos encontramos con el monte Igueldo, al cual podemos ascender por un funicular y que nos regala la mejor panorámica de la ciudad.

Cuando la tarde empieza a caer es un óptimo momento para recorrer la parte vieja y tomarnos un pintxo como dios manda, ya sea una tartaleta de Txangurro o una brocheta de rape y champiñones. Los más valientes pueden subir al Urgull, la montaña con fortificaciones situada entre la parte vieja de San Sebastián y el paseo Nuevo, con vistas al Cantábrico. El paseo entre la plaza de Okendo y Zurriola es muy agradable, visitando el Kursaal y atravesando los puentes de Santa Catalina, Zurriola y María Cristina. 

La ría que separa la encantadora Pasaia

La expansión urbana de San Sebastián ha terminado por conectar la capital con Pasaia. Este pueblo está compuesto por cuatro barrios, aunque los históricos son los que se encaran a cada lado de la ría: San Pedro y San Juan. Se trata de pequeñas alineaciones de casas de pescadores sin perder de vista el agua y al abrigo de los montes Ulía y Jaizkibel. Un paseo por su única y empedrada calle con la iluminación natural de sus coloridas viviendas es una experiencia única. Para optimizar las vistas no hay nada mejor que tomar la pequeña lancha que te deja en la otra vertiente en apenas un minuto.

En San Pedro se puede visitar el museo Albaola, todo un homenaje a la industria pesquera, santo y seña de la localidad. Podemos ver una réplica de la nao San Juan, que en 1563 se convirtió en uno de los primeros buques transoceánicos que partían del País Vasco hacia América. En San Juan no pasa desapercibida su casa puente. Y, si nos sobra tiempo, podemos hacer una ruta al Faro de la Plata en el monte Ulía, en la bocana de entrada a la bahía de Pasaia.

Hondarribia, la joya de la costa vasca

Es difícil quedarse con un emplazamiento en el precioso litoral guipuzcoano, pero si tenemos que quedarnos con uno, seguramente nos decantemos por Hondarribia. Las casas de colores del barrio pesquero de La Marina y sus balcones repletos de flores, el animado ambiente de la plaza medieval de Guipúzcoa y el Castillo de Carlos V son sólo algunas de las paradas fundamentales de un pueblo que se comunica con Hendaya por ferry. Buen plan de un día: tomar el barco para darnos un buen baño en la espectacular playa del primer pueblo del país vasco francés.

¡Bonus! Incursión en la costa vasca francesa: San Juan de Luz y Biarritz

La costa de Guipúzcoa tiene mucho que ver, como ya has podido deducir en esta entrada. Si tienes días extras y quieres conocer lugares nuevos, tienes dos opciones. Una, adentrarte en el interior de la provincia donde se suceden pueblos atractivos como Errentería, Tolosa o Astigarraga, así como todo el esplendor de la montaña vasca. La otra, sin perder de vista la mar, cruzar la frontera con Francia y visitar alguno de sus luminosos pueblos.

A media hora en coche se ubica San Juan de Luz, que parece una extensión del barrio marinero de Hondarribia pero a lo bestia. Sólo que el multicolor del pueblo español se torna aquí en un rojo muy luminoso. Las encantadoras calles en torno al puerto se llenan de pintores que le otorga un aroma muy bohemio durante las jornadas veraniegas. Lo más reconocible es la gran playa en forma de semiluna, con casas tradicionales unidas al paseo marítimo por puentes.

Si continuamos hacia el norte y a 25 minutos llegamos a Biarritz, una villa señorial repleta de mansiones y playas con fuerte oleaje muy apreciadas por los surfistas. Podemos tomar el paseo marítimo de la Grand Plage o dirigirnos a los pequeños islotes comunicados por pequeños puentes. Junto a éstos te puedes dar un chapuzón en Port-Vieux, una pequeña y preciosa cala con un chiringuito para tomarte una cerveza.

Esperamos que te haya gustado este post sobre la parte guipuzcoana de la costa vasca. ¿Qué pueblo te encandila más? ¿Alguna playa o pueblo imprescindible que no hayamos comentado? ¿Has estado en Zumaia y reconociste el escenario de ‘Juego de Tronos’? Deja un comentario y comparte en redes sociales. Muuuuuuuchas gracias.

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