Diez historias de la España profunda
En un lugar de la Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente, El Casar de Escalona, no ha mucho tiempo que vivían ciudadanos llamados Cuquillo, de los de boina en calva, antiguo bastón, rocín flaco y galgo corredor. Un pequeño pueblo toledano de poco más de 2.000 habitantes a tiro de piedra del río Alberche y situado a 92 kilómetros de Madrid del que este autor tiene inmejorables recuerdos de la tierna infancia. Ya en plena madurez intelectual, que en mi caso tampoco es mucho decir, he vuelto a pasear por aquellas añejas calles siendo abducido por un sentimiento difícil de describir. Una mezcla del cariño de sus maravillosos ciudadanos, paz y bienestar propias de esos campos fantásticos y esos tomates que saben a tomate, con algunos elementos algo más chirriantes que podríamos resumir con aquel dicho de la España profunda.
Aquí os dejo algunos retazos de esa España que todavía pervive entre nosotros. Aunque como veréis, no es coto privado de las zonas rurales…
- La historia del pintor kamikaze: Como vemos en la foto, el buen señor trepó unos cinco metros en una escalera que podía destruirse con la mirada. Sin arnés, sin andamios, sin siquiera un caso. Y con la base de la escalera invadiendo una de las carreteras principales de entrada al pueblo sin ningún tipo de señalización. No contento con ello y para dar más emoción a la cosa, como la escalera no era lo suficientemente alta como para llegar a la parte superior de la fachada, cogió una escalera pequeña y la ató con una cuerda a la larga. Vista la escena, no dudé en echarle un pequeño rapapolvo a nuestro superman particular y su balbuceante respuesta hablaba de “sí, ya se lo dije al jefe…”.
- La gran muralla tolechina: El Casar de Escalona tiene su particular muro visible desde la luna: un mamotreto de unos 200 metros de longitud y más de dos metros de altura levantado por los herederos del ricachón del pueblo que hacía lo que le venía en gana durante el franquismo. Aquella familia levantó la muralla con el único objetivo de impedir que el ayuntamiento aprovechara un mínima parte del solar para ensanchar la carretera mientras se procedía a la pavimentación. El solar, abandonado desde que el mundo es mundo, está dominado por escombros, pinchos y ratas.
- Recuerdos del Caudillo: Un exalcalde del Partido Popular decidió cambiar oficialmente el nombre de las numerosas calles dedicadas a los héroes del lado nacional de la Guerra Civil, con la plaza del Generalísimo como corazón del pueblo y siguiendo las directrices de la Ley de Memoria Histórica. Sin embargo, algún miembro del ayuntamiento debió sentir nostalgia y apostó por mantener algunas placas en su lugar e incluso reconstruir otras, en honor a héroes patrios como el General Mola. De reciente levantamiento es la cruz de los caídos, como homenaje a los fallecidos en la guerra de 1936. Todo un clásico.
- Quemar el campo para que no se queme el campo: A mediados de agosto se celebran las fiestas patronales, como en la mitad de los pueblos de España. Uno de sus momentos cumbre es el lanzamiento de fuegos artificiales, que se produce en una colina a las afueras del núcleo urbano. Para evitar incendios indeseados, las cabezas pensantes de la corporación decidieron quemarlo previamente (de forma controlada, se supone). Aproximadamente una hectárea calcinada para deleite de los vecinos que se levantan con esa vista sinigual.
- El cura y el alcalde, a hostias: Debe ser muy duro no erigirse en el protagonista cuando se ostenta el cargo de alcalde o párroco de un pueblo, sobre todo cuando durante siglos se han repartido todo el pastel. Pues bien, las personas que ocupan en la actualidad estos cargos se la tienen jurada, no sé si ante Dios o ante el diablo. Todo viene de la amistad que une al cura con la última candidata a la alcaldía por parte del PP y de la supuesta “campaña” que hizo a su favor entre los feligreses. Un partido independiente de Toledo ganó contra pronóstico las votaciones por un exiguo margen de 32 votos y el farmacéutico del pueblo tomó el bastón de mando. La turbia relación entre estas autoridades subió su graduación durante las fiestas de este año, para las que el alcalde prescindió en el programa del tradicional saluda del cura (¡poniendo en su lugar uno de María Dolores de Cospedal, que es de su principal partido opositor!). Como la Iglesia no anda mal de dinero, el señor párroco decidió imprimir un programa alternativo. Y a todo esto, cada uno puso una hora diferente para el oficio de la misa en honor a San Roque. El alcalde llegó premeditadamente tarde ante la indignación del personal.
- God save the queen: La milenaria tradición española de la elección de la reina de las fiestas y sus damas de honor ha perdurado también en El Casar de Escalona. Durante una semana puedes ver a las muchachas emperifolladas con su trajes blancos, sus bandas y sus coronas. Bien es cierto que en los últimos años nos han ahorrado la bochornosa costumbre de ver a la reina bailar con un militar uniformado, pero a cambio nos han regalado la instantánea de alcalde, jefe de policía local y damas paseando como gallitos de corral y sin que nadie pudiera molestarlos.
- Costumbrismo: No soy religioso pero respeto al máximo la procesión del santo en las fiestas de cada pueblo, pero… ¿es necesario que la banda local se pasee por las calles despertando al personal a primera hora de la mañana con su música infernal? ¿Qué toman esas bandas para no dejar de tocar durante toda la procesión? Tema religioso aparte, hay que agradecer que el pueblo se haya desvinculado de actividades putrefactas como las corridas de novillos en la plaza de toros portátil y el consiguiente encierro (no por gusto, hay que decirlo, sino atendiendo a criterios económicos), o el día de caza con galgos, y que en su lugar celebren carreras populares y se ofrezca limonada para todos. Por algo se empieza.
- ¡Qué viva España! Las fiestas siempre sacan al español que tenemos dentro. O, en sentido contrario, reducen nuestro patriotismo a la nada. Porque eso de tirarte unos cuantos días viendo sin parar banderitas españolas sobre las carreteras, los banderones en los palcos y en la plaza del Ayuntamiento, como que cansa, ¿no?
- Y si te da pereza, te tomas una cerveza: Si no atiendes a los oficios religiosos, si no te gusta el programa de actos, o si no te apetece darte un bañito en la piscina muncipal o la playa fluvial del Alberche (¡muy recomendables ambas!), tienes una alternativa: chatear en un bar. El núcleo urbano reúne la friolera de 10 bares para los 2175 habitantes censados en la localidad, 800 de ellos residentes en urbanizaciones de las afueras. Caso aparte son los tres puticlubs que están en el cruce de la carretera del pueblo con la autovía a la A5, aunque técnicamente pertenecen al municipio vecino de Otero.
- El ladrillo aplasta al tomate: Cuando un urbanita se dirige a un pueblo tiende a pensar que se va a encontrar con centenares de cabezas de ganado, abuelitos sentados en la puerta de casa escudriñando a cualquier forastero y huertos por doquier. Lamentablemente, la ganadería y la agricultura han sido diezmadas por la pujanza del sector servicios y de la construcción. Solo el 4,5% de los trabajadores de El Casar se dedicaban en 2012 a la agricultura, por un 57% a la construcción y el 32% a los servicios. Con el boom del ladrillo se han levantado hasta 8 urbanizaciones, pero con muchas casas sin terminar y otras tantas sin vender. Un paraje desolador.
Yo
Posted at 15:53h, 06 febreroNo sé qué tiene de exótico ver banderas del país en un día de fiesta para considerarlo «España profunda». No es que se haga en toda España, es que se hace en todo el mundo. Si vas a Francia un 13 de julio vas a ver miles de banderas francesas. Lo único es que allí no se ve «cansino» (no sé qué cansa ver unas banderas).
Vamos, si ver banderas constitucionales te parece «España profunda», Cibeles (Madrid) te debe parecer España profundísima, porque suele haber montones de ellas todo el año.
Callate Fachita
Posted at 11:08h, 05 agostoCallate la boca fachita. En los paises lo hacen el dia de la fiesta nacional, no en cualquier fiestucha de barrio o pueblo.
Yo
Posted at 15:53h, 06 febreroNo sé qué tiene de exótico ver banderas del país en un día de fiesta para considerarlo «España profunda». No es que se haga en toda España, es que se hace en todo el mundo. Si vas a Francia un 13 de julio vas a ver miles de banderas francesas. Lo único es que allí no se ve «cansino» (no sé qué cansa ver unas banderas).
Vamos, si ver banderas constitucionales te parece «España profunda», Cibeles (Madrid) te debe parecer España profundísima, porque suele haber montones de ellas todo el año.
Callate Fachita
Posted at 11:08h, 05 agostoCallate la boca fachita. En los paises lo hacen el dia de la fiesta nacional, no en cualquier fiestucha de barrio o pueblo.
Yo
Posted at 15:57h, 06 febreroPor cierto, el título de tu blog está mal. Es «en lontananza». «A la lontananza» está mal dicho. Mucho cachondearte de la España rural pero…
Yo
Posted at 15:57h, 06 febreroPor cierto, el título de tu blog está mal. Es «en lontananza». «A la lontananza» está mal dicho. Mucho cachondearte de la España rural pero…