“Es fácil que pronto veamos una sanidad para ricos y otra para pobres”
Parecía un tema blindado, pero la crisis económica ha empezado a engullir también a la sanidad pública. Los profesionales llevaban tiempo avisando de que este momento llegaría. Y ha llegado en forma de Real-Decreto Ley con una serie de medidas encaminadas a reducir el gasto sanitario público en España por valor de 3.500 millones de euros. El copago farmacéutico y su extensión de los pensionistas, la exclusión de la atención sanitaria primaria de los mayores de 26 años que no hayan cotizado y de los inmigrantes en situación irregular, y el pago de determinados servicios (como el transporte en ambulancia no urgente), son sólo la punta de lanza de lo que puede venir en un futuro próximo.
La Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública de Madrid lucha por la conservación del servicio de calidad, gratuito y universal que ha elevado a España a la categoría de ejemplo mundial en atención médica. Uno de sus representantes es Juan Luis Ruiz Giménez, quien ha advertido del “deterioro de lo público” que han impulsado los gobernantes para hacer creer a la sociedad que “es más caro e ineficiente” que lo privado. Y ha avisado de que los principales damnificados serán los barrios humildes como Vallecas, “más vulnerables por las situaciones de paro y pobreza”. Lo dice un médico en ejercicio en este populoso distrito madrileño.
¿Cuál es la situación actual de la sanidad?
La situación general es de una gran incertidumbre y preocupación. En este momento se está aprovechando la coyuntura internacional, la crisis de la deuda, toda una consecuencia de algunos procesos financieros que se han ido permitiendo en el sistema económico internacional, para exigir a los países un recorte en el gasto público y en los servicios de salud. Nuestra Sanidad está sufriendo un desgaste porque la ciudadanía y los trabajadores se están viendo cada vez más presionados, al producirse una disminución de las prestaciones y por lo tanto un deterioro de la calidad que pudiera llevar a un desprestigio cada vez mayor y a no cubrir el objetivo fundamental: dar garantías al derecho a una atención correcta. Esto es una conquista social, no es un regalo; es una prestación de la administración a unas necesidades de la ciudadanía que viene reflejada en nuestra Constitución.
Parte de la clase política piensa cree que el actual modelo no es sostenible…
El gasto en Sanidad equivale al 6% del PIB, una cifra que está por debajo de la media de la Unión Europea. No es verdad que sea impagable o insostenible. El problema radica en una gestión ineficiente. El Estado entrega a las Comunidades Autónomas una cantidad de dinero que éstas deben repartir entre los diferentes capítulos, en función de la población que tienen y de los acuerdos de financiación, y Sanidad se ha presupuestado de forma insuficiente. Un ejemplo claro es la Comunidad de Madrid: gasta en torno a 1.100 € al año por persona, mientras que otras como Navarra o País Vasco se acercan a 1.500 €. Además, la colaboración con entidades privadas para la construcción de hospitales está suponiendo un endeudamiento público a muchos años cuando podría haber sido mucho más barato con una financiación y gestión exclusivamente pública. Se está dando un papel a la gestión privada, y por tanto mercantilizada, que debería corresponder a la administración pública para garantizar una eficiencia y productividad social.
Efectivamente, cada vez más pacientes son dirigidos hacia clínicas privadas…
Se ha producido una derivación del gasto hacia los centros privados para resolver listas de espera en cosas menos complicadas, y esto lo venden como que lo privado es más económico, más eficiente. Cuando se calcula el coste de una intervención en un hospital público se tiene en cuenta la parte proporcional de todos los servicios que tiene ese hospital, que son muy superiores (servicio de urgencias, servicio de trasplantes, etc.) a los que suele tener un centro privado que en muchos casos solo cuenta con 40 camas, un par de quirófanos, un servicio de anestesia y una UCI. Evidentemente el sistema público se puede utilizar mejor pero esa comparación que se suele hacer con lo privado es errónea.
¿Crees que pronto tendremos una sanidad de primera y otra de segunda?
Aparte de los copagos, o mejor dicho, repagos porque la ciudadanía ya lo paga con sus impuestos, lo que puede estar viniendo a corto plazo es que la ciudadanía exija que se descuente de su aportación en impuestos lo que esté pagando en un seguro privado de salud. Por lo tanto, todavía se vería más reducida la asignación a Sanidad pública. Cuando se rompa la cobertura universal por falta de asignación lo que vendrá es lo que había hace años que era lo de la “sanidad para los pobres” y “sanidad para los ricos”. Esto es muy fácil que vaya ocurriendo en los próximos años.
¿Cómo está viviendo el personal sanitario esta situación?
Con gran temor y preocupación. Puede que no estemos dando la respuesta que debiéramos, convirtiéndonos en abogados del sistema público de salud y mostrando nuestro rechazo a todo esto que está sucediendo. Hay una cierta resignación y, aunque hay una cierta falta de respuesta, hay un gran malestar por todo esto que está sucediendo. La mayor carga de trabajo y el sufrimiento de los pacientes también nos afecta y los trabajadores de la sanidad acaban bloqueándose. Seguramente aparecerán más errores profesionales y conflictos.
De cara al futuro, ¿qué propuestas se podrían hacer a la ciudadanía en general y a los profesionales de la sanidad?
Creo que la ciudadanía debería volver a tomar conciencia del valor de lo público, defender el derecho universal a la asistencia sanitaria garantizada por el Estado. También el ciudadano debe ser cada vez más autónomo y responsable de su salud y del buen uso de los servicios y protagonista en su propio cuidado y en el del sistema sanitario en general. Los profesionales debemos analizar en profundidad todos nuestros procedimientos para ver que cosas pueden mejorarse, que cosas se deben controlar, como podemos utilizar mejor lo que tenemos. Por supuesto, eso mismo tenemos que exigírselo a los gestores; y un mayor control a las industrias del sector, muy interesadas en que de una u otra manera aumente el gasto sanitario, por su propio beneficio y no por el de la ciudadanía en general. Nuestro sistema sanitario es quizá el mayor logro social y tenemos que hacer cambios en la mentalidad y el enfoque, tanto de los ciudadanos como de los profesionales. El sistema de salud debe orientarse cada vez más a la promoción de la salud y la prevención, a la capacitación de los ciudadanos y a la utilización más racional de los medios.
Entrevista publicada por este autor en La Hoja de Vallecas
ana
Posted at 14:22h, 17 junioTienes más razón que un santo, que asco de politicuchos.