
[SUPERGUÍA] Ruta del Cares desde Poncebos: información y consejos
La Ruta del Cares es una de las sendas más impresionantes de España. A través de un estrecho desfiladero entre Asturias y León descubrimos la belleza de la garganta del río atravesando túneles, puentes y pasarelas. ¿Es difícil de hacer? ¿Es peligrosa? ¿Pueden hacerla familias con niños? ¿Se puede aparcar en las inmediaciones? ¡Cálzate las botas y vente con nosotros!
Los 12 kms en recorrido lineal de la Ruta del Cares rebosan tal belleza que no es extraño que esté entre las favoritas de toda la Península Ibérica, quizás en competencia con la también célebre Ruta de la Cola del Caballo en Ordesa (Huesca). Varios cientos de miles de senderistas circulan cada año por ese desfiladero de 1,5 metros de anchura media que comunica el pueblo asturiano de Poncebos y la villa leonesa de Caín, atravesando el corazón de los Picos de Europa. La senda original alcanza Posada de Valdeón, 10 kms más allá de Caín, pero este tramo, no tan espectacular, es descartado por la inmensa mayoría de los excursionistas.
Conocer la llamada Garganta Divina es una experiencia única. Ese camino literalmente tallado en la roca y asomado al cortado de la montaña, salpicado de oquedades, es un mirador continúo en el que cada panorámica es distinta y mejor que la anterior. Su origen se remonta a los años 1915-1921, cuando a golpe de dinamita y obreros colgados de cuerdas sobre el precipicio se cinceló un pequeño camino auxiliar al canal que se construyó para abastecer la central hidroeléctrica de Camarmeña-Poncebos. Hasta 2.000 trabajadores se dejaron el alma en este desafío titánico contra la naturaleza, y 11 de ellos la vida. Entre 1945 y 1950 el camino se acondicionó y ensanchó para, por fin, comunicar de forma segura Poncebos y Caín, y de paso, regalarnos a las generaciones posteriores semejante experiencia.
En esta entrada te proporciono una descripción de los diferentes tramos de la Ruta del Cares, información a tener en cuenta y consejos para exprimir al máximo estas seis horas de recorrido. ¡Espero que a la vuelta de tu marcha por los Picos de Europa salgas tan fascinado como acabé yo!
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Check rápido: ¿Por qué hacer la Ruta del Cares?
✅ Nos permite disfrutar de una perspectiva fantástica de los Picos de Europa.
✅ La escasa altitud a la que discurre, entre montañas, evita los rigores climáticos de las zonas altas.
✅ No hace falta ser un experto montañero o tener una forma física de impresión.
✅ Su perfil llano lo hace asequible para (casi) todos los públicos
✅ La senda tiene su historia y podemos aprenderla.
✅ Encontramos fauna y flora típica de media montaña. Las cabras montesas serán fieles amigas.
✅ Es imposible perderte. Si te pierdes, plantéate no salir de casa nunca más.
✅ Transitamos por dos regiones diferentes: Asturias y León.
✅ Si 300.000 personas la eligen cada año es porque algo tiene, ¿no?
Check rápido: ¿Inconvenientes de la Ruta del Cares?
❌ Es lineal y no circular, lo que nos obliga a hacer ida y vuelta por exactamente la misma senda.
❌ En ciertos tramos hay que andar con cuidado porque puede resultar peligrosa.
❌ No es recomendada para niños pequeños.
❌ No se puede hacer en bicicleta.
❌ No hay fuentes con agua potable durante el recorrido.
❌ Si empiezas desde Poncebos, aparcar en las cercanías en temporada alta puede resultar complicado.
¿Qué ver en la Ruta del Cares desde Poncebos?
Dejo para más adelante mil y un consejos para hacer esta encantadora Ruta del Cares. Antes de ello quiero convencerte, si es que todavía no lo estás, de lo acertado de recorrer esta arteria senderística de los Picos de Europa. Te presento a continuación los principales hitos arrancando desde Puente Poncebos en dirección a Caín. ¡Prepara la mochila y vamos allá!
Poncebos – Los Collaos (kms 0 – 3).
El puente de Poncebos es considerado el centro de los Picos de Europa y el corazón de toda la cordillera. En torno a ese punto podemos dejar el coche e iniciar la Ruta del Cares tomando la empinada senda que durante 3 kms nos lleva hasta Los Collaos. Mientras avanzamos por ese camino repleto de piedras y obstáculos, se nos van abriendo las montañas de los Picos de Europa a la par que el río Cares va desapareciendo entre murmullos a nuestros pies. Llegamos a Los Collaos, donde hallamos una construcción en ruinas que en su momento eran las cocinas donde se preparaba el avituallamiento para los trabajadores durante la construcción del canal.
Los Collaos – Culiembro (kms 3 – 6).
Dejando atrás el alto de Los Collaos llegamos a una mole rocosa cortada en vertical con un singular tono anaranjado. En este punto se advierte un cambio de rasante para encontrarnos con la primera gran panorámica de la ruta: el desfiladero en todo su esplendor, en un ligero pero paulatino descenso dejando a la derecha la montaña y a la izquierda el salto al vacío hacia la garganta.
Mientras transcurrimos por ese estrecho sendero entre los tonos grises de la grava nos percatamos de nuestra inmensa pequeñez. Nos sentimos cual hormiguitas ante esas afiladas paredes verticales de roca, totalmente agrestes, sin árboles y sólo interrumpidas por matorrales. Aún la garganta del Cares es amplia y si nos asomamos podemos observar el río conformando un paisaje verde de quitar el hipo. ¡Ojo! cuidado aquellos que padezcan de vértigos.
Avanzando por un desfiladero cada vez más estrecho pasamos de largo una casita en la ladera de la montaña regada por un arroyo y una fuente con agua no potable, que muchos aprovechan para mojar los pies y descansar cuando el clima lo permite. La senda empieza a serpentear más y más a la par que la garganta se va estrechando. Aparecen los pasadizos entre la roca que permiten salvar la extrema verticalidad de la montaña que nos abriga. Alcanzamos un antiguo caserío donde se encuentra el desvío a la Ruta de la Reconquista de Covadonga, que nos llevaría tras 9 horas de caminata al Santuario de la Virgen de Covadonga.
Culiembro – La Cuevona (kms 6 – 9).
En la zona de Culiembro caminamos junto al canal en superficie durante algunos tramos y deberemos conformarnos con su agua, porque la del río ni la veremos ni oiremos porque circula a buen recaudo al fondo del cada vez más angosto cañón. Alcanzamos la pasarela de los Martínez, la única de madera existente en todo el recorrido y que recibió el nombre -aunque en este caso podríamos decir ‘apellido’’- en homenaje a una reconocida familia asturiana de montañeros y guardas forestales.
En el año 2012, una mole de roca de 1000 toneladas conocida como la Madama de la Huertona se precipitó sobre el túnel, cortando de raíz todo tránsito por una zona en la que no existe itinerario alternativo. En poco más de dos meses se obró la proeza de habilitar esa pasarela de 23 metros de longitud y 2,5 de ancho, a pesar de lo alejado y abrupto del lugar que obligó al transporte de materiales con helicóptero y caballerías, así como por el riesgo para los trabajadores, colgados del vacío aplicando técnicas de alpinismo. Suspendida sobre la nada, a unos 80 metros de caída libre sobre el Río Cares, la pasarela permite que caminemos por ella sin vértigo.
Unos pocos cientos de metros más adelante y ya en el límite que separa geográficamente Asturias y León, podemos guarecernos en La Cuevona, una oquedad perfecta para tomar un respiro. Desde ella podemos apreciar perfectamente cómo las encinas encuentran las grietas necesarias entre la roca para erigirse todo lo robustas que la madre naturaleza les permite gracias al microclima existente al abrigo de cañón.
La Cuevona – Puente de los Rebecos (kms 9 – 10,5)
El último cuarto del recorrido es sin duda el más pintoresco y fotografiado de la Ruta del Cares. En mi opinión no el más bonito a nivel paisajístico, porque no hay mejor panorámica de la garganta que cuando es ancha y la vemos en conjunto con los picos que la rodean. Pero sin duda es el más peculiar y recordable. Llegamos al primero de los dos puentes de metal que nos permite volver a ver las aguas del río en plenitud. El Puente del Bolín, situado a 60 metros de altura, sobrevuela el Cares para cambiar de vertiente en la ya muy estrecha garganta, presentando un mirador excelso con vistas abiertas de la ladera de la montaña con sus pastos.
Desde el Puente del Bolín sólo nos restan 2 kms hasta Caín. Por fin escuchamos el rugido del río que ahora dejamos a nuestra derecha, entre calizas que dan al entorno un tono mucho más anaranjado. La vegetación es más frondosa, sin duda una percepción reafirmada por la cercanía de las aguas. Especialmente bonita es la vista del Puente de los Rebecos con las grutas a su vera. Podemos decir que el el verde del metal se adapta más o menos al entorno, aunque más natural hubiera sido puentes de madera. Los hubo, pero duraron lo que canta un gallo. Incluso se llegó a habilitar un teleférico manual en el paso de los Rebecos durante la obra de construcción.
Puente de los Rebecos – Caín (kms 10,5 – 12)
En la recta final de la ruta del Cares desde Poncebos a Caín y tras atravesar el Puente de los Rebecos, volvemos a la vertiente derecha para afrontar la parte más entretenida, sobre todo para los niños. Un conjunto de galerías y grutas repletas de musgo por la humedad, con chorros de agua que descienden sin parar y ventanales para ver el río, por fin, en primera línea. Este tramo está vallado con lo que las familias pueden relajarse con los más pequeños pero centrarse en sí mismos, porque hay que tener cuidado con los resbalones y con los techos si es que atesoras una buena altura. Que si un niño cae, se levanta como si nada, pero un adulto puede no salir tan bien parado…
Una vez cruzamos el puente de la presa de Caín ya hemos acabado oficialmente la maravillosa Ruta del Cares. Sólo nos queda darnos un paseo por el pequeño pueblo, contemplar sus típicas casas de piedra y maravillarnos con la preciosa cascada de La Jarda: un torrente que baja por la ladera de algunas de las montañas de Picos, con más de 2.000 metros de altura y entre rocas, de gran caudal en épocas de lluvia y/o deshielo. Después de tomarnos algo en uno de sus muchos restaurantes, emprenderemos el camino de vuelta con energías renovadas o elegiremos una fórmula motorizada alternativa.
¿Hago ida y vuelta? ¿Qué tramo es más bonito?
Si te pones, te pones. Procura, a menos que tu físico no esté para excesivas florituras, hacerte a pie tanto la ida como la vuelta. El tener que repetir el mismo recorrido y pasar por los mismos sitios no te aburrirá en absoluto. De hecho, es una gran oportunidad para admirar el paisaje desde otro punto de vista y fijarte en detalles que se te habían pasado por alto durante el trayecto de ida.
En el caso de que quieras ahorrarte los 6 kms más complicados de la ruta, es buena idea que arranques desde Caín. El tramo de 3 kms que abre la senda desde el puente de Poncebos es de lejos el más complicado: hay una pendiente incesante con un desnivel de 300 metros -que tendrás que hacer de subida a la ida y de bajada a la vuelta- y la senda, muy pedregosa, resulta incómoda y obliga a prestar un extra de atención para evitar caídas. Por lo tanto, partiendo desde Caín te puedes detener en la casa en ruinas de Los Collaos y darte la vuelta, porque el tramo no aporta nada especial en relación a lo visto en el resto de la ruta.
Hay quien considera que es preferible empezar desde Poncebos para dejarnos para el final la parte más pintoresca, aquella en la que avanzamos entre pasarelas y cuevas. Si vas a hacer solo la ida puede ser una estrategia correcta, pero con el doble sentido deja de tener relevancia. Particularmente, la panorámica que más me encandiló de toda la Ruta del Cares fue a la vuelta desde Caín a Poncebos, viendo la inmensidad de la garganta en la ligera subida por el desfiladero que supera a la que obtenemos en el trayecto descendente de la ida.
¿Cómo llegar a la senda del Cares?
- Si decidís empezar la Ruta del Cares por el lado asturiano tenéis que dirigiros a la AS-115, carretera que recorre el interior de la región en una línea paralela a la costa, hasta encontrar el desvío hacia Arenas de Cabrales (AS-114). Allí ya encontraréis señales de la Ruta del Cares que os llevarán a Poncebos, tras unos 6 kms de sinuosa carretera.
- Si iniciáis la ruta Ruta del Cares por la cara leonesa, vuestro objetivo final será Caín de Valdeón. Si os movéis desde León (2h) tendréis que salir por la A-60 dirección Sahagún hasta empalmar con la N-625 a la altura de Mansilla de las Mulas. Hay que seguir hasta Posada de Valdeón, la capital de la comarca, a partir de la cual la carretera se estrecha bastante, por lo que los 8,5 km que la separan de Caín se hacen largos.
Aparcamiento en las inmediaciones de la senda del Cares
Si empiezas en Caín, no vas a tener problemas para aparcar el coche en el pueblo. Otra cosa es si haces lo que la mayoría: arrancar desde Poncebos. En la carretera de subida hacia el punto de salida de la Ruta del Cares, desde el Funicular de Bulnes, la gente suele dejar los coches, aunque en un día malo te puedes llevar una multa. Sí puedes aparcar con total tranquilidad en el funicular, aunque las plazas son muy limitadas, por lo que tendrás que llegar muy pronto en épocas de alta afluencia de usuarios.
Dos kms carretera abajo hacia Arenas de Cabrales, existe un aparcamiento construido para descongestionar la zona pero que también se ha quedado pequeño. Por lo tanto, madruga si prevés que otros 6.000 viajeros han elegido el mismo día que tú (dato real de cuánta gente de media hace la ruta en un día festivo). Si no, contrata en Arenas de Cabrales los servicios de un taxi. En ciertas fechas, el ayuntamiento habilita un servicio de autobús-lanzadera, aunque las esperas y los horarios rígidos pueden resultar disuasorios.

¿Es difícil la Ruta del Cares?
Las únicas dificultades físicas de la Ruta del Cares estriban en la distancia y en el citado tramo desde Poncebos hasta el Collao. Los 20 kms restantes son relativamente llanos, estando Caín y el Collao a una altura similar en torno a los 500 metros. Pero son más de 20 kms, que no es poco de pavo, así que asegúrate de tener la forma física mínima necesaria para realizar el recorrido sin contratiempos.
Cálzate unas buenas botas, camina con tranquilidad y embelésate del paisaje que tienes ante tus ojos. Si en vez de seis horas tardas ocho, no pasa nada. Si te sientes fatigado, no quieras ser un héroe y regresa sobre tus pasos. Lo inaccesible del lugar para los equipos sanitarios provoca que la atención a desmayos, deshidrataciones o lesiones se complique mucho. De vez en cuando se deja ver algún helicóptero ante situaciones críticas.
¿Cuándo hacer la Ruta del Cares?
Cada estación tiene su encanto y las hermosas vistas de la garganta divina presenta matices diferentes. Como suele ocurrir en cualquier plan de senderismo que se precie, la primavera y el otoño son los momentos más óptimos por las temperaturas suaves y los preciosos colores que encontramos. De todas formas, en verano el calor suele ser bastante soportable y raramente supera los 25 grados. Ten en cuenta que a lo largo de la ruta no hay sombras donde cobijarse, así que en el caso de pegar el sol más de la cuenta, llévate gorra, crema protectora y agua.
En la medida de lo posible evita hacer la ruta en temporada alta (Semana Santa, festivos y fines de semana en primavera y verano), por las aglomeraciones de senderistas. Si es tu caso, pégate un buen madrugón y llega el primero a la línea de salida. Ya sé que es una pereza despertarte a las seis de la mañana un día de fiesta, pero te aseguro que merecerá la pena llegar pronto al aparcamiento, dejar el coche en las puertas y recorrer la senda en soledad hasta que, avanzado el trayecto de ida, empiezas a cruzarte con los excursionistas que han empezado en sentido contrario.
En invierno encontrarás mucha menos gente y la impresión de inmensidad será escalofriante. En Poncebos no suele nevar, aunque hacia Caín los mantos blancos son más habituales al contar con mayor cota de altitud. En época de lluvias es evidente que mejor quedarnos en casa, porque puede resultar más que incómodo tirarnos seis horas en ruta mientras somos jarreados. Además, hay que tener cuidado con los desprendimientos que se producen desde la pared que abriga al desfiladero.
¿Se puede hacer la Ruta del Cares con niños?
No resulta extraño en temporada alta cruzarte en mitad del recorrido con papás con niños muy pequeños, agarrados de la mano o incluso a caballito. Cosa que sorprende porque una parte de la senda presenta ciertos peligros para críos que en cualquier momento y por mucho que se les vigile, puedan dar un mal paso y producirse un disgusto. No olvidemos que el desfiladero tiene tramos con una anchura no superior a los dos metros con un barranco con desniveles medios de 40 o 50 metros.
Por lo tanto, sólo recomiendo la ruta a aquellas familias con niños un poco mayores, a partir de unos 10 años, que sean conscientes de los riesgos y se comporten con responsabilidad. No es tanto una edad concreta sino tener la garantía de que tu hijo hará caso a tus órdenes de ir siempre de la mano o pegado al interior en los vericuetos más peligrosos.
Piensa, además, que los niños no aguantarán ni valorarán la belleza de la ruta como lo harás tú. Probablemente, se cansarán y se aburrirán. En el caso de que lleves a los más pequeños, plantéate sólo realizar el pequeño tramo inicial que arranca desde Caín. Las cuevas, los flujos de agua y las pasarelas les encantarán.
¿Es peligrosa la Ruta del Cares?
La Ruta del Cares es un sendero de montaña y, como tal, hay que guardar las debidas precauciones aunque no llevemos niños con nosotros. Los barrancos exteriores y los desprendimientos de piedras que en ocasiones se producen pueden ocasionar desgracias. En los últimos años han muerto varios excursionistas, normalmente por caerse al precipicio. Controla bien tus fuerzas y no prosigas el camino si estás fatigado. Lleva el calzado y la indumentaria adecuada. Agua y algo de comida. En días con masiva afluencia de excursionistas, mucho cuidado en los cruces por las partes más estrechas del desfiladero, alejándote lo más posible del filo del precipicio. Y cuidado mientras estés haciendo fotos, no sea que des un paso en falso.
Lejos de mi intención es dar miedo en este post, pero esto no es como dar un paseo por el Retiro de Madrid o el Parque Güell en Barcelona. Respeta las medidas de seguridad más elementales y podrás dedicarte en cuerpo y alma a contemplar semejante paisaje.
¿Embarazadas y personas con vértigo pueden hacer la ruta con seguridad?
La Ruta del Cares no está recomendada para personas con vértigo por las constantes vistas hacia el precipicio que se suceden y de las cuales no hay escapatoria. Las mujeres embarazadas deberían evitar la dura y pedregosa pendiente en Poncebos, ya sea de subida o de bajada, que fácilmente puede desembocar en una caída. Desde Caín sí pueden hacer un pequeño tramo de ida y vuelta sin mayores problemas.
¿Te puedes perder en la Ruta del Cares? ¿Necesito mapas?
Es imposible perderte haciendo esta senda. Sólo tienes que seguir el desfiladero durante kms junto a la montaña. Apenas hay caminos que se crucen y están perfectamente señalizados. Así que deja el mapa en casa y disfruta sin descanso de cada paso que das.
Cómo volver a tu punto de origen en la Ruta del Cares
Como te dije anteriormente, es más que recomendable que completes los 24 kms de recorrida lineal en ida y vuelta. Aunque parezca increíble, no tardarás a tu punto de origen mucho más si marchas a través del desfiladero que si tiras de un vehículo. Las distancias en coche desde Caín a Poncebos superan las dos horas y media por cortesía de las tortuosas carreteras de montaña de los Picos de Europa.
Pero si tu cuerpo no es capaz de soportar otros 12 kms a pie, tienes estas alternativas:
? Hacer una ruta 4×4 por el corazón de los Picos de Europa. Hay empresas que recogen a los usuarios en Cangas de Onís o Arriendas para hacer la ida en jeep y a la vuelta les recoge en Puente Poncebos. O sea, la ida en vehículo y la vuelta a darle a la pata.
? Tomar un servicio de autobús que comunica Caín y Poncebos. Pero, cuidado, este servicio sólo está operativo en temporada alta.
? Contratar un servicio de taxi. Si no llenáis el coche y para abaratar la carrera, no es mala idea que reclutes a algún otro viajero que esté con la lengua fuera.
? Repartir el grupo de amigos en dos, unos saliendo desde Caín y otros desde Poncebos. Se encontrarán a medio camino y podrán intercambiarse las llaves de los coches. Pero no podrás disfrutar de su compañía…
¿Se puede hacer en bicicleta?
Taxativamente, no es posible hacer la Ruta del Cares en bicicleta. Ya sólo el hecho de introducir la bici sería un calvario por el desnivel inicial en Poncebos. Pero aunque así fuera, circular por una calzada tan estrecha y con frecuencia transitadas por senderistas convertirían la aventura en un gran peligro.
¿Hay que pagar?
Es libre y gratuita. La naturaleza es de todos, pero acuérdate de cuidarla.
¿Se puede ir con perros a la Ruta del Cares?
Sí, pero convenientemente atados.
¿Hay fuentes durante el recorrido?
Curioso. El agua es protagonista en la Ruta del Cares, desde el río, pasando por el canal hasta las fuentes y manantiales que la nutren. Sin embargo, en ningún caso es potable. Asegúrate, por lo tanto, de portar al menos un litro por persona para no desfallecer durante los 12 kms de recorrido. Tanto en Caín como en Poncebos podrás recibir avituallamiento en los bares y restaurantes existentes para emprender el camino de retorno con todas las garantías.
Por supuesto, no hay chiringuitos ni nada por el estilo a lo largo de la senda. La merecida y refrescante cerveza tendrá que esperar.
¿Qué hacer en los alrededores de Poncebos?
La zona de Poncebos dispone atractivos suficientes como para no limitarnos a recorrer la Ruta del Cares. Al pie del inicio de la propia senda se encuentra el funicular que nos traslada a Bulnes, uno de esos pueblos aislados de la montaña al que sólo se podía llegar tras una hora de caminata. Lo abrupto del terreno hacía impensable la construcción de una calzada o de una carretera. Hasta que se vació una parte de la montaña para meter un funicular que en milimétrica línea recta y tras sólo 2 kms y 8 minutos, te sube sin esfuerzo alguno desde Poncebos. Aunque, si aún tienes fuerzas y ganas tras la hacer la Ruta del Cares, siempre puedes emular el camino que durante cientos de años anduvieron tantas generaciones, con unas vistas sensacionales.
Bulnes ha quedado como un escaparate turístico, con sus alojamientos y restaurantes. Poco se conserva de aquel pueblo de pastores incomunicado. Sin embargo, es imprescindible rendir visita a estas bellas casas al pie de escarpadas laderas de piedra, bañadas por un río y rodeadas de frondosa vegetación. Los restaurantes colaboran en esta pintura con un colorido y una originalidad que entronca, aunque parezca contradictorio, con lo añejo de lugar. Imprescindible resulta ascender al mirador del Urrellu, a sólo 10 minutos, para obtener las mejores vistas del Naranjo de Bulnes. Ese imponente pico calcáreo de más de 2.500 metros de altitud que es todo un emblema de la región.
A unos pocos kms tras una serpenteante carretera podemos visitar Arenas de Cabrales, la capital turística del concejo y donde podremos encontrar numerosas opciones alojativas y gastronómicas. En su pequeño centro histórico, vertebrado por el estrecho río Casaño, podemos descubrir palacios medievales como La Casa del Torrejón o la Casa de la Papera. Puedes hacer una visita a la Cueva del Queso en la que durante 45 minutos aprenderás el proceso de elaboración del quesu de Cabrales y te deleitarás con una degustación de tan preciado producto.
Hasta aquí ha llegado esta guía con información y consejos para hacer la Ruta del Cares. Si te ha gustado, te agradecería mogollón que lo difundieras por tu redes sociales y/o que dejes un comentario. ¿Alguna recomendación más que he me haya dejado en el tintero? ¿Cuándo piensas hacerla?
¡Nos leemos!
hetero
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